Un
mañana en el que mi nombre sea pronunciado por tus labios, en el que mis letras
sean para ti un camino obligado para comprender quién fui y quién quise ser, y
si tus ojos pasean entre las letras ilusas, tontas, utópicas, arrogantes,
pretensiosas, y sí, quizás lastimeras, que dejan escapar mis manos, entonces
puede que lo habré logrado. No lo sé, pues el secreto estará en tu memoria,
donde la mía será un fragmento codificado por tus emociones, donde mis
emociones serán caracteres dibujados en un papel virtual tal vez.
Una historia
mía pareciéndose a ti, tanto que la encarnes sonriendo y preguntándote si
quizás te imaginé, si acaso estuviste aquí, en mi contexto, si observé en mi
dimensión tu silueta, tu andar, tus victorias y caídas. Que se parezca tanto
que sea una invitación a mantenerte firme, a no soltarte de la vida ni por un
instante, a no desperdiciar una lágrima, a que comprendas que cada lágrima
derramada es un elemento valioso para crear.
Tus manos
extendidas hacia el mañana, como las mías se extienden para no desmayar, para
no soltarse de la vida. Que te amarres a los tuyos, y que los tuyos sean todos,
los que ahora son míos, porque yo me amarré a ti y no pretendo soltarte, pues
si te suelto habré sucumbido, estaré hundido en el mismo infierno, porque el
infierno es el olvido y la no existencia y yo me niego a no existir, me niego a
negarme, me niego a negarme frente a ti que hoy existes mientras me lees, yo
iluso, tonto, utópico, arrogante, pretensioso, y sí, quizás lastimero.
Tú imaginándome,
queriendo construirme con retazos de especulaciones, con pistas que te arrojo.
Viendo la oscuridad de mis ojos que se dibujan en el abismo como dos lunas
negras flotando en la espesura de mi piel, acariciando con tu lectura el mar de
cabello rebelde que me recuerda que soy del tiempo. Tú queriendo crearme para
invitarme un café, y conversar conmigo, para perdernos en mis sueños y los
tuyos, en mis recuerdos y los tuyos. Estoy dispuesto a ser tu recuerdo.
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