viernes, 28 de diciembre de 2012

REGENERACIÓN, ¿UNA NOVELA FANTÁSTICA O DE CIENCIA FICCIÓN?


Nota escrita por Rafael Ayala Páez…

Regeneración, de Gusmar Sosa, es una novela que sorprende por su narración ágil y precisa.  En ella el lector hallará temas inexplicables, conspirativos, sobrenaturales, pero sobre todo temas profundamente humanos. Y es esta característica, junto con su personalísima voz, uno de los aspectos más importantes en las novelas de Sosa. En el primer capítulo titulado acertadamente “Confusión” un hombre llega a una casa abandonada después de escapar ileso de una gran explosión debido a una misteriosa capacidad de su cuerpo para regenerarse de cualquier daño, pero como tantas otras veces él no recuerda nada de lo ocurrido y lo más sobrecogedor y angustiante es “la opresión de saberse perdido, desorientado, confundido”. En el tercer capítulo descubrimos que se trata de Roberto Infante, un empleado de El Complejo Refinador de Amuay, una planta de refinación de petróleo ubicada en el estado Falcón. Roberto es el  personaje más complejo y mejor delineado de la novela. No sólo por su habilidad sobrehumana, sino por su psicología, siempre preguntándose quién es y su creciente sentimiento de culpa por la muerte de sus padres. Otros personajes principales en esta historia son Francisco y Miriam Salazar. Francisco es un bombero novato, quien cree que el país está bajo la amenaza de una cúpula que supervisa y controla el destino de las naciones y que puede estar detrás de la repentina explosión de la planta de Amuay. También tiene un extraño poder de premonición que le lleva a intuir “que de alguna manera ese día entenderá muchas cosas”. Miriam Salazar es una sobreviviente de la explosión atrapada junto a siete personas más, en una garita, entre ellos un ateo y un creyente cristiano ortodoxo -con perspectivas diametralmente opuestas- que se debaten entre la duda y el temor,  la cobardía y la idea de comenzar una nueva vida sin tantas prohibiciones. Ella posee un poder similar al de Francisco, pero más avanzado que le permite no solamente “sentir las emociones de los otros, sino escucharlas, detectarlas como pensamientos”. Una extraña empatía que la lleva a comunicarse extrasensorialmente con él, quien también siente su presencia, aunque ella este al otro lado de la planta. En la novela aparecen otros personajes clave en la trama como el sargento Thomas Zambrano, El Vicepresidente y El Presidente, que pondrá en marcha un plan secreto llamado "Fase II".

Por otra parte, yo no inscribiría a la novela de Sosa dentro del género de  ciencia ficción, sino dentro de la novela fantástica. Aunque el autor sostiene que es una obra de ciencia ficción, su historia va más allá de la presentación de  posibles eventos que se desarrollan en un entorno puramente imaginario, para combinar aspectos reales (cotidianos) –la explosión de la planta de Amuay- con los aspectos no realistas (extraordinarios) –el poder sobrenatural de Roberto, Francisco y Miriam. Sosa coloca a sus personajes en un marco real donde cosas increíbles les suceden, pero tal es su habilidad como narrador y su pericia como constructor de buenas estructuras novelísticas que nos da la sensación que lo relatado en la novela es cierto. El lector no se preguntará si lo que él lee es real o no, puesto que su atención estará volcada a desentrañar el argumento enigmático de la novela. Y este es un acierto que se agradece. Citando a Jorge Luis Borges “son infrecuentes y aún rarísimas las obras de imaginación razonada”. Y Regeneración es una novela de imaginación razonada que traslada a nuestras tierras un género nuevo. Lo fantástico y  lo psicológico se mezclan con destreza en esta novela al igual que en “La invención de Morel”, de Adolfo Bioy Casares.

La palabra solidaridad definiría muy bien a Regeneración. En la novela Francisco y Miriam se muestran solidarios con sus semejantes. Él está dispuesto a ayudar a los supervivientes que todavía están atrapados en la garita, aun a sabiendas de que es casi imposible de salvarlos. Ella con sus palabras y con su don “de proyectar sus emociones a otros y así infundir paz en momentos de agonía”, logra calmar a sus siete compañeros y darles esperanza de que serán capaces de salir de la terrible situación en que se encuentran. Sin embargo, la situación real de ellos no es nada alentadora. El sargento Thomas Zambrano y el vicepresidente deciden no realizar un rescate de los sobrevivientes para no poner en peligro las vidas de más bomberos ya que una segunda explosión en la planta se ha cobrado la vida de varios bomberos. Pero el presidente tiene un plan.


Roberto, que a lo largo de la novela ha luchado contra sí mismo y la culpa, sin éxito, ha tomado una decisión que cambiará el destino de los ocho sobrevivientes, valiéndose de su extraordinaria capacidad regenerativa de su cuerpo, decide traspasar el muro de escombros en llamas y comenzar a mover tuberías y pedazos de concreto para llegar al interior de la garita donde están los sobrevivientes, entre ellos Miriam.


Hay un presentimiento que recorre la cabeza de Francisco, mientras observa a Roberto intentando salvar a sus compañeros y cómo el “fuego devoraba su piel al instante y él continuaba sin detenerse, y su piel se restauraba con la misma velocidad que es consumía por el fuego”, y este  presentimiento es si este hombre que aparece de repente delante de él con sus poderes sobrenaturales se trata del misterioso plan del Presidente denominado “Fase II”.


Solidaridad, fantasía, suspenso, critica, son los ingredientes de esta nueva novela de Gusmar Sosa, una novela atractiva –para mí inédita en su género- que demuestra que en nuestro país es posible escribir literatura fantástica con la profundidad y con la calidad literaria de esta interesantísima obra. 

jueves, 27 de diciembre de 2012

PRÓLOGO DE "REGENERACIÓN".


El despertar del 25 de agosto de 2012 fue uno de los más amargos que vivimos los venezolanos. Canales televisivos, emisoras radiales  y redes sociales centraban toda su atención en el suceso, hubo una terrible explosión en el Complejo Refinador conocido como la Planta Amuay ubicada en el estado Falcón. Una tragedia devastadora que acabó con decenas de vidas dejando montañas de escombros por las pérdidas materiales. Muchas interrogantes surgieron en torno a lo sucedido, buscando culpables, acusando, distrayendo la atención de lo que verdaderamente importaba: salvar vidas, sanar heridas… mostrar solidaridad.

En esta oportunidad, y como una manera de rendir homenaje a la memoria de los caídos en la tragedia de Amuay, Gusmar Sosa se estrena con “Regeneración, Incendio en la Planta Amuay”, una novela corta de ficción compuesta por doce capítulos.

Bien lo expresan Eduardo Gallego y Guillem Sánchez en su artículo ¿Qué es la ciencia-ficción?:

La ciencia ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional.

En “Regeneración, Incendio en la Planta Amuay”, Sosa nos muestra el lado más humano de la ficción, vinculando a cada personaje con la cotidianidad que todos conocemos. En esta historia nos encontraremos con gente común, como usted o yo, pero que se diferencian por poseer habilidades extraordinarias. Como es el caso de Roberto Infante, uno de los trabajadores de la Planta, apenas lleva 2 años en la industria y 2 semanas asignado allí. A pesar de ser un hombre joven y lleno de vida siente que ya lo ha perdido todo, que no tiene razones para vivir: “…Ni siquiera recuerda que ya había sufrido ese lapso de amnesia antes. En cinco minutos recordaría todo, incluso ese fatídico carácter suicida, ese vicio de lamentar su existencia. Así había sido siempre el proceso. Primero su cuerpo, luego su mente. Y como una burla del destino siempre estaba implicado en sucesos como ese que se originó a kilómetros del rancho...” 
       
Permanecer con vida era un privilegio que Roberto no creía merecer: “Siempre se sintió culpable por la muerte de sus padres, pero más culpable por estar vivo. Se sentó en el taburete apuntando su pecho, se levantó de nuevo, tomó el resto de los cartuchos. Acomodó el colchón sobre la cama, llevando el taburete a una esquina, se sentó y sobre el colchón colocó los otros siete cartuchos...”

Por su parte, para Francisco Osorio, un bombero novato comprometido con su profesión, la vida le parecía corta para todo lo que quería lograr. Como buen padre de familia su prioridad es proteger a su esposa e hijo. Si hay algo en lo que cree Francisco es en su intuición, ésta le ha servido para guiar sus pasos y en las decisiones más importantes que ha debido tomar: “…En su interior Francisco continuaba especulando y algo le aseguraba que no se equivocaba. Sin embargo, sólo tenía eso: intuición, sospechas. Para él era suficiente, pero no podría explicarlo de manera que fuera suficiente para otros, y convencido de eso decidió prepararse e ir descubriendo el inframundo que se tejía detrás de las apariencias diplomáticas y los acontecimientos locales…”

Cuántos de nosotros nos hemos dejado llevar por las “corazonadas”, por la intuición y, cuántos otros le han dado la espalda. Para este bombero sus intuiciones iban más allá de simples ideas: “Mientras el camión de bomberos se acercaba a la escena, Francisco intentaba concentrarse para cumplir su labor con efectividad, confiaba en encontrar sobrevivientes, dejarse llevar por las pistas y así dar con los que pudieran estar tapiados… A pesar del esfuerzo, no dejaba de pensar en la estela de fuego, sospechó que esa visión tenía algo que ver con él, que de alguna manera ese día entendería muchas cosas y sería el inicio de una aventura que lo haría verdaderamente útil al bienestar.”

“Regeneración, Incendio en la Planta Amuay”, no es una novela de ciencia ficción más, tampoco trata de acusar ni buscar culpables, cada lector podrá hacer su propia interpretación de los hechos. Gusmar Sosa, en cada uno de los doce capítulos, más que una denuncia hace un llamado a la reflexión, a la humanidad del lector. Y no hay cualidad más humana que la empatía, como la que siente Mirian Salazar por todos los que la rodean. Mirian es una de las trabajadoras de la Planta Amuay que le tocó vivir la agonía de la explosión y, aunque logró salvar su vida junto con otros compañeros, no dejaba de sentir que era uno de esos casos en donde se está en el lugar equivocado, en el momento equivocado: “Miriam Salazar pensaba en que debió haber solicitado sus vacaciones una semana atrás, como correspondía. No lo hizo porque quería estar totalmente libre desde el quince de septiembre para asistir tranquilamente a la graduación de su hermana y celebrar su aniversario de bodas en la ciudad de Mérida durante una semana...”

Pero no siempre las cosas son como las pensamos y, a veces, estamos en el lugar que creemos equivocado, por una importante razón: “Miriam intentó mantener la calma, pero como siempre se le hacía difícil, no tanto por sus emociones, sino por las emociones de los que la acompañaban. Debía controlarse, ignorar el terror que sentían los otros… Miró a los siete compañeros que estaban con ella condenados en el interior de la garita, se  levantó sonriendo. -Tengamos confianza, algo me dice que hoy sobreviviremos y podremos corregir nuestras vidas- Los siete la miraron melancólicos, y todos sintieron que Miriam Salazar tenía razón.”

Estoy segura que, a medida que el lector avance por las páginas de  “Regeneración, Incendio en la Planta Amuay”, se identificará con las vidas de cada personaje, sintiendo la misma empatía por ellos y agradeciendo haberse encontrado en otro lugar. Pero, aunque se encuentren lejos de la Planta Amuay, sentirán cada emoción, cada sensación descrita por Gusmar Sosa en sus líneas. Sentirán la desesperación de quien intenta salvar su vida, el optimismo de quien intenta rescatar, la perseverancia de quien se niega a abandonar.

Gracias a ese optimismo y perseverancia de quienes desempeñan tan loable labor en el Cuerpo de Bomberos, las cifras de decesos no se incrementó. Hombres y mujeres dispuestos a arriesgar sus propias vidas por salvar la de los demás. Así lo hizo el Sargento Tomás Zambrano, negarse a abandonar un área donde su permanencia podría significar una muerte segura. Pero, ¿Qué es la muerte para quien no quiere vivir?: Lo que más le preocupaba era la posible desaparición de un pueblo completo. Ni siquiera su vida le importaba, ya lo había perdido todo, y sino se entregaba a la muerte era por la promesa a su padre de mantenerse firme y de cara a la vida ofrendando su esfuerzo a través de su profesión.”

El Sargento Zambrano es uno de esos hombres que más que una profesión adquieren un compromiso moral con la sociedad, son muestra de la verdadera vocación: “…Le insistió al Sargento Zambrano que lo acompañara, pero fue inútil, el Sargento se negó a abandonar el área de riesgo. -Sólo será un momento, mientras ofrezco una rueda de prensa, lo necesito a mi lado- -Lo siento señor,  con todo respeto, debo estar al lado de mi gente- El Vicepresidente le puso la mano en su hombro. -Su padre me habló de su lealtad y terquedad Sargento, en breve estaré aquí…”

Si bien es cierto que algunas de las decisiones que tomamos, a lo largo de nuestras vidas, son producto de la experiencia, también lo es que en algunos casos debemos seguir “las señales”, seguir nuestra intuición. Esto es lo que hace Mileidys Bermúdez cada vez que uno de sus sueños supera la fantasía para colarse en la realidad. Ella es una joven atleta que presiente que sus sueños son más que eso: “Una explosión la cegó y ensordeció. Mileidys brincó de inmediato. Se encontró sobre su cama, sentada, rodeada por una neblina de polvo. Comprendió que había soñado, contempló la escena, la habitación destruida, medio techo sobre ella, de inmediato saltó de la cama, su sueño comenzaba a cumplirse...”

Si usted ha escuchado la expresión “persigue tus sueños”, entonces entenderá mejor lo que vive esta joven con frecuencia: “Mileidys Bermúdez corre, mira a su izquierda, sonríe al ver a un hombre que va corriendo también hacia la misma dirección, recuerda que no sabe qué sucederá cuando el hombre cruce la línea de fuego, se pregunta si habrá otra explosión, se pregunta por qué su sueño la dirigió hasta allí.”

Como dije en un principio, “Regeneración, Incendio en la Planta Amuay”, va más allá de la típica novela de Ciencia Ficción, es una lectura que invita a la reflexión. Te reto a ser parte del grupo de hombres y mujeres con habilidades especiales, habilidades que sin darnos cuenta todos poseemos: ser empático con el que está en problemas, oír a los demás pese a lo que pensemos, seguir nuestra intuición más allá de la razón y por último, regenerar nuestra conciencia.

Scarlet Gómez Romero.
 La última semana de enero, 2013, estará disponible en Amazon.com 

lunes, 24 de diciembre de 2012

HOY QUIERO CELEBRARTE DE OTRA FORMA...


Que naciste en un pesebre, eso me contaron. Y te adoré, porque naciste en un pesebre. Humildad la tuya, que me dio el chance de adorarte.

Hoy sigue siendo humildad la tuya, pero mi adoración no basta, y decirlo es una farsa. Un yo te adoro no es suficiente y no sirve de nada, recordarte en el pesebre  ya no alcanza. No alcanza si sólo voy a recordarte, si solamente voy a contemplarte allí tan niño, tan débil, reposando en un pesebre que no es el lugar para un recién nacido, alegrándome por tu condición de pobre y mi destino feliz por tu nacimiento.

Hoy quiero celebrarte de otra forma, hoy quiero lamentar el pesebre donde reposaste, porque una casa digna merecías, como la merecen los niños que me nacen en mis barrios, como la merecen los que son parte de una cifra que muchos aseguran que no existe porque es mejor maquillar las estadísticas.

Merecías un hogar con techo firme, con paredes cálidas, con el olor a recuerdos gratos, a donde los vecinos pudieran asistir para festejarte, con un patio enorme, y árboles creciendo, donde pudieran reunirse tus tíos, tus abuelos, y reír a carcajadas como se debe reír cuando hay un nacimiento. Así como lo merecen las familias que con ilusión deciden ser familias.

Merecías padres felices y no preocupados por una matanza, no afligidos por los malditos prejuicios de siempre, esos que persiguen y te hacen transitar escondido por los desiertos. Hoy siguen naciéndonos niños con padres preocupados y afligidos, porque siguen existiendo prejuicios, se sigue persiguiendo al débil, a los que no son como “la mayoría”, a los que no han aprendido a ser parte del sistema.

Hoy no voy a brindar por tu nacimiento en el pesebre, y no me malinterpretes, que yo estoy agradecido por tu humilde nacimiento que nos hace a los pobres creer que siempre quisiste estar en medio nuestro, es que quiero creer que nos denunciaste al nacer, sí, que apuntaste en contra de nuestros prejuicios y conformismos, que nos dijiste: “mira exactamente donde nazco y que no se repita la historia…”

Hoy quiero creer que se puede cambiar la historia si decidieras nacer de nuevo, que yo podría verte nacer en un hospital digno, en el seno de una familia feliz sin la preocupación de una matanza a la puerta, con un padre a quien la política no le trunque su visión de bienestar para ti, con una madre que no tema ser apedreada, convencida de que no cometió ningún error. Y esperarte en la cuadra, verte llegar entre los brazos de tus padres, unirme a la parranda por tu nacimiento, y levantar una botella de ron para brindar por tu nacimiento y por todos los que nacen en un lugar digno, en un contexto digno…

miércoles, 12 de diciembre de 2012

ORACIÓN DESDE LATINOAMÉRICA.


Ven y vuelve a nacer, pero hazlo en Latinoamérica, danos la oportunidad de ser nosotros la "tierra santa", y danos la fuerza para decirle al mundo cómo puede escribirse la historia sin pretensión de colonizar, sin la ambición de oprimir... Si naces en esta región, no tendrás que caminar sobre el mar de Galilea, ni sujetar ninguna tempestad, podrías disfrutar sentado a la orilla del Mar Caribe y escucharnos contar buenos y malos chistes mientras la brisa se arroja...

Y si quieres golpea mi ateísmo, mi incredulidad y búrlate de mis razones, pero hazlo naciendo por estas tierras, naciendo de nuevo, floreciendo desde acá, dándonos la oportunidad de otra vez escribir la historia, y que esta vez no exista la opresión en tu nombre, ni la colonización, ni triunfe la ambición de los que quieren cagarse el mundo porque creyeron que podían…

No nos des el pan nuestro de cada día, solamente deja que nos lo ganemos... No nos multipliques los panes y peces, tan sólo ayúdanos a restar la avaricia de entre nosotros...Y no nos libres de la tentación, tan sólo enséñanos a ser compasivos frente al error del otro y reflexivos acerca de nuestra responsabilidad...

Que te ofrecemos la ingenuidad que aun nos queda, que te acobijamos con la esperanza que aun no nos roban, que te enseñamos a jugar con la metra y el trompo, y jugamos contigo al fútbol, como lo hacemos por acá, con un terreno enmontado como cancha, con una cuadrilla de chamos alrededor esperando sus turnos... 

¡Si la historia pudiéramos escribirla! ¡Si los evangelios dependieran de nuestras tintas! Tus bienaventuranzas dirían "bienaventurados los guajiros que aman la tierra y la respetan, bienaventurados los latinos que se atreven a tomar las riendas del porvenir..."

Y si acaso esta oración constituye una ofensa para los que están parados sobre la cómoda cúspide de las teologías convenientes, excluyentes y opresivas, sepan entonces que sus teologías han sido suficiente ofensa desde siempre, pero ya no para siempre…